domingo, 29 de marzo de 2015

Poema de Kenia Patricia López (El Salvador)

RUINAS MALDITAS

Lágrima seca,
paño mojado.
Ruido sonoro,
tímpano mutilado.
Voces sin voz,
mente vacía.
Rosa negra,
rocío amargo.
Canto fúnebre,
boina arrugada.
Cenizas del tiempo.
Después de la lluvia,
solo persisten

mis ruinas malditas.

domingo, 22 de marzo de 2015

Canción de Rubén Blades (Panamá):

MAESTRA VIDA

A tu escuela llegué sin entender porque llegaba,
en tus salones encuentro mil caminos y encrucijadas,
y aprendo mucho y no aprendo nada.

Maestra vida camarada,
te da, te quita, te quita y te da.
Maestra vida camarada,
te da, te quita, te quita y te da.

Paso por días de sol, luz y de aguaceros,
paso por noches de tinieblas y de lunas,
paso afirmando, paso negando, paso con dudas,
entre risas y amarguras, buscando el porque y el cuando.

Maestra vida camarada,
te da, te quita, te quita y te da.
Maestra vida camarada,
te da, te quita, te quita y te da.

Maestra vida, de justicias e injusticias,
de bondades y malicias aun no alcanzo a comprenderte.

Maestra vida que ese culpo no perdona,
voy buscando entre tus horas el espejo de los tiempos,
para ver tus sentimientos y así comprender tus cosas.
Y vi espinas y vi rosas,
vi morir seres queridos, vi bellezas fui testigo,
de maldades y de guerras,
vi lo bueno de la tierra,
y vi el hambre y la miseria,
y entre el drama y la comedia,
avance entre agua y fuego.
En Dios me acuerdo primero
solo en trance de morirme,
o a veces cuando estoy triste,
mas nunca si estoy contento,
no dura agradecimiento
para aquel que nos da la mano,
tan pronto nos sale el clavo
se olvida todo el sufrimiento.
Y tengo amigos, conocidos y enemigos,
amores que me han querido,
y rostros que niegan verme;
me encontré frente a la muerte
y en sus ojos vi el sentido,
y con el miedo conmigo,
así yo aprendí a quererte.
Y hoy sé que nada es seguro,
ya que todo es pasajero,
la muerte es el mensajero
que con la ultima hora viene,
y el tiempo no se detiene,
ni por amor, ni dinero.
La muerte es el mensajero
que con la ultima hora viene
y el tiempo no se detiene,
ni por amor, ni dinero.
Madre.eee... Padre.eee...

Maestra vida,
me voy persiguiendo al tiempo
a ver si encuentro respuestas,
antes de la hora en que yo muera,
aunque me estoy resignando a esta fatal realidad.
Maestra vida camarada,
te da, te quita, te quita y te da
Maestra vida camarada,
te da, te quita, te quita y te da

Maestra vida camarada,
te da, te quita, te quita y te da
Maestra vida camarada,
te da, te quita, te quita y te da

Te da, te quita, te quita y te da
Te da, te quita, te quita y te da

Te da, te quita, te quita y te da
Te da, te quita, te quita y te da

Maestra vida camarada,
pero te da, te quita, te quita y te da
Oye, cuando tú menos lo esperas
va la sorpresa camarada.
Y el tiempo, mira no se detiene
ni por amor, ni por dinero.
La muerte, compa, la muerte es el mensajero,
que con la ultima hora viene.
Cuando murieron mis padres
sentí un dolor tan profundo
que no hallo nada en el mundo
con que poder consolarme.
Madre.eee... Padre.eee...

Te da, te quita, te quita y te da...

domingo, 8 de marzo de 2015

Poema de León Salvatierra (Nicaragua):

El regreso
Cuando yo me fui de Nicaragua, estaba sola
habían corrido como yo, los jóvenes
habían desaparecido los jóvenes
las mujeres, los ancianos se habían ido, los niños
y las canciones. El viento y la aurora.
Fue en mil novecientos ochenta y ocho cuando me fui.
Nicaragua estaba sola.
Quedaron las bancas en el parque
(talvez una persona caminaba por ahí).
Yo tenía quince años cuando me fui de Nicaragua.
Nunca más se escuchó el hablar de Rigoberto.
En su pecho cayeron las balas como perlas.
César y sus dos hermanos se perdieron.
Carlos cayó en la montaña.
Las calles también desaparecieron.
Mi casa estaba sola
mi padre ya no estaba.
Mi madre
mis hermanos (Solos).
El palo de mango y el almendro se fueron.
Las hormigas lentamente caminaban a la sombra.
Yo caminé a la sombra.
Mis vecinos, los de la casa grande,
iban comprando un sueño:
llegaron a los Estados Unidos
desde Managua a Miami
en vuelo directo.
Yo me fui mojado.
Pasé varias noches mojado.
Volando sobre ríos,
volando sobre huertas y caminos.
Siempre volando.
Pasé por Guatemala, México y finalmente
llegué a los Estados Unidos de América.
América no fue el nombre de mi amada,
América fue mi sueño paralítico.
América no era mi casa
provista de gente y articulaciones,
era Buses,
carros
camiones.
Fuerza Brutal. . .
Hombres blancos,
negros,
café. . . todos los colores.
Bajo su rostro blanco
cubría verbo y vergüenza.
América no estaba sola.
Fueron años oscuros, el sol caía a diario
sobre mi cara.
América no pudo esconder más
mi estadía.
Un día más
no pudo esconderme
y me dejó regresar.
Puso un sello en mi pecho y me dio alas.
En mil novecientos noventa y nueve
un hombre va entrar a otra Nicaragua.
En mil novecientos noventa y nueve
Nicaragua
sigue estando sola.
En mi casa, rodeado de familia y memoria.
No volvió el palo de mango ni el almendro.
Las hormigas continuaron en la sombra:
mi madre, mis hermanos…
En mil novecientos noventa y nueve
Yo también estaba solo en Nicaragua

domingo, 1 de marzo de 2015

Poemas de Manuel Orestes Nieto (Panamá)

1.

En el deslumbrante mar
que nos hizo;
en la evaporación que se levanta
en la túnica plateada de las olas,
en las aguas tibias
donde los cardúmenes nadan
en una estelar sincronía
dentro de nuestro corazón,
en la angostura
donde se pulen las piedras
en el vaivén de los siglos
y emergen las aguamarinas,
tallamos el memorial de este océano salobre
y de los que supieron empinarse
hasta alcanzar la resonancia del amor
y el crepitar del coraje.

2.

En la delgadez
donde se juntaron las aguas,
en lo más estrecho,
en el atajo de los mares,
está el primigenio poblado de pescadores,
el árbol de tronco esbelto y cenizo
con raíces de miel y sal,
el pez acrisolado,
la mariposa frágil y ultravioleta,
los aposentos de las mantarrayas,
la ensenada mágica
con sus recodos de sílice y concha nácar,
y la portentosa claridad del mediodía
encandilando nuestras almas
inundadas por el abrazador océano.

3.

Habité la ola
y la almeja,
la palma y el aluvión,
el risco y la barrera coralina.
Viví en esta tierra inseparable del mar;
en la delicada costura
de hilos de plata y fragmentos de luz,
en la hora asombrosa de la alta marea,
en la tórrida humedad,
en el silbido lila del viento
y en el anchuroso ramaje de los guayacanes.
Entre el viento y el sopor
está mi patria;
entre el cielo y el agua
está mi hogar;
entre la tierra y el océano
mi enorme,
inmensurable y amado país.