Henry A. Petrie
I
Rabea, gruñe y muerde
el bullicio del tiempo-mundo
balbuceante y penumbroso
en su hueco que es rincón
frente a miradas virtuales
entre nervios de gatos.
II
Sueños que no duermen
su silencio-frío,
fantasma inquieto,
retorcido
y hambriento
de horas sudadas
del beso soberbio
de la puta-amante, alegoría
sexo-instante
corazón-libertad
sin culpas ni penas
como el vagabundo caracol
recogido en el diminuto
punto-sitio
y explayado en el inmenso
hueco-rincón.
III
Con la mueca burlesca,
fornicando puritano mundo
o masturbándose
frente a la delincuente ciudad,
vive
y sonríe
en su rincón,
el ermitaño.
Rabea, gruñe y muerde
el bullicio del tiempo-mundo
balbuceante y penumbroso
en su hueco que es rincón
frente a miradas virtuales
entre nervios de gatos.
II
Sueños que no duermen
su silencio-frío,
fantasma inquieto,
retorcido
y hambriento
de horas sudadas
del beso soberbio
de la puta-amante, alegoría
sexo-instante
corazón-libertad
sin culpas ni penas
como el vagabundo caracol
recogido en el diminuto
punto-sitio
y explayado en el inmenso
hueco-rincón.
III
Con la mueca burlesca,
fornicando puritano mundo
o masturbándose
frente a la delincuente ciudad,
vive
y sonríe
en su rincón,
el ermitaño.