9 DE ENERO: LA GUERRA ESTÁ
DECLARADA
“Todo es por la patria.”
Estanislado Orobio
Debo confesar que no me es fácil hablar sobre la Gesta Heroica del
64. Y no lo es porque se trata de una herida familiar nunca sanada, un dolor
una y otra vez avivado por las cosas terribles que vi sucedieron una y otra vez
en cada conmemoración, por ejemplo, iniciar un 9 de enero las maniobras
militares conjuntas entre las Fuerzas de Defensa de Panamá y el ejército que
asesinó a nuestros mártires, el ejército que asesinó a mi tío Pipo. Para que
esas suciedades dejen de salpicarnos hemos de entender lo que sucedió el 9 de
enero de 1964 y, sobre todo, lo que no sucedió en dicha fecha. No sólo
dispararon balas, también falsedades.
Es necesario señalar con firmeza que los acontecimientos del 64 no
tienen más gestora que la espontaneidad patriótica del pueblo panameño. 61 años
de abusos y la agresión sufrida por los aguiluchos fueron suficientes para
transformar en fuego la tradicional pasividad panameña. ¿Quiénes fueron los
primeros en afirmar que lo acontecido en enero del 64 fue una maniobra de los
comunistas inspirados por Fidel Castro? No habían cesado los disparos ni
acabado de recoger a los muertos y heridos, cuando ya Lindon B. Johnson
advertía que los comunistas eran los responsables de la violencia. Para los
estadounidenses es más fácil aceptar que fueron los comunistas los azuzadores
que admitir que un país inventado por
ellos (esa siempre ha sido su versión) pudiese preferir enfrentar con su
pecho desarmado al plomo y las bayonetas que dejar pasar una afrenta más. Para
los estadounidenses es más fácil consentir que fueron los comunistas los instigadores
que reconocer que fueron los zoneítas los agresores, los que desobedecieron las
instrucciones del gobierno federal y del gobernador local; fue esa especie
étnica, hoy extinta, la que en su arrogancia y soberbia se negó a cumplir con
la evolución histórica. Mucho cuidado con, aún hoy, estar haciéndoles favores a
los asesinos. Porque de eso estamos hablando, de asesinos; si los gestores de
los eventos del 9 de enero del 64 hubiesen sido los comunistas, toda su
dirigencia hubiese sido asesinada. ¿Acaso olvidamos los homicidios de Polidoro
Pinzón antes del 64 y de Juan Navas y Floyd Britón después?
Por cierto, conocí a Osvaldo Polastre, zapatero de profesión y
comunista por convicción; él siempre dijo que fue el hervor de la sangre quien
lo llevó a batirse a tiros en la zona de conflicto (lo hoy Avenida de Los
Mártires). Les disparó a ellos, a los asesinos, hasta cuando ya no tuvo más
balas. Nunca confirmó seguir alguna consigna o línea partidista.
En este país de inequidades no falta quien quiera manchar la Gesta
Heroica trayendo a colación el saqueo de la Panam. A esos les pregunto: ¿Y
cuántas vidrieras de La Central o de Calidonia fueron rotas? ¿Cuántos almacenes
asaltados? Los trágicos eventos ocurrieron entre panameños y estadounidenses,
no entre panameños. Afirmar que el saqueo a la Panam fue simple delincuencia común, es dar por verdadero
que el ejército estadounidense utilizó balas para matar patos y que es falso
que sus francotiradores ensayaron con el pueblo panameño lo que más tarde le
harían al pueblo vietnamita. Mucho cuidado con hacer favores a los asesinos.
Como dije en un inicio, no me es fácil escribir sobre este tema. Más
cuando la guerra ideológica se agudiza y profundiza. Hoy estamos ante la grave
encrucijada de: o retomar la bandera de enero del 64 e izarla, ya no en el
cerro Ancón, sino en nuestro corazón, o nos resignamos a dejar de ser panameños
y ha perdernos en el limbo de la colonización mental que nos convierte en
consumidores incapaces de hacer algo diferente a esperar cada año las rebajas
del black Friday, para gastar lo que no tenemos en mercancía que no
necesitamos. La guerra está declarada: o defendemos nuestro ser panameño o nos
dejamos arrastrar hasta los escaparates.