viernes, 10 de febrero de 2012

Para los hijos de Urracá, dos poemas

Y uno hace la pregunta ciego de ira
Porque no hay una voz para dar respuesta.

Y dos se miran mutuamente dispuestos a dar la cara

Porque hay muros de arrogancia que deben caer

Y tres cruzan el río y cosechan las piedras del camino

Porque hay una vida, muchas vidas por ganar.

Y cuatro marcan la línea, la diferencia entre sudor y sal

Porque unos pocos les quieren matar.

Y cinco trazan horizontes de coraje y sangre

Porque los que todo lo tienen quieren beber de su costado

Y seis se pintan de viento y agua y tierra y fuego

Porque los del dólar vienen a infringir luto y dolor.

Y siete caminan descalzos bajo el mediodía

Porque el camino se hace caminando.

Y ocho aprietan el cuerpo y aguantan y resisten

Porque la vida es una lucha y se lucha por la vida.

Y nueve salen del polvo y del humo y la pimienta

Porque la cárcel nunca ha sido para el hombre libre.


Y diez

y cien

y miles en coro hacen la pregunta

-¿quién apretó el gatillo?-

Porque la venganza más amarga reclamará a los cobardes.

Héctor Collado

Acaban de asesinar
a Jeronimo
una bala volcanica
acabo con el hambre
que siempre tenia
le dispararon
por caminar llevando
su esperanza y su protesta
de 500 años
o mas,
mas explotacion,
mas humillación
mas embrutecimiento
mas te doy si te levantas.
Lo mataron por indio
Por turista de carreteras
Por luchador de arrozales
Por adorador de sus espigas
Por su ternura indigena
De velar por la blancura del agua
Y cuidar las estrellas de los rios.
Lo bajaran al llanto
de sus montañas
para que sean sus huesos
el abono inagotable.
Jose A. Córdova

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