Lo echaré a los perros
callejeros,
mi corazón,
por no ver su voz en los espejos,
por sonar como aguja de silencio,
solo,
por componer su melodía de amor
sin voz,
porque su sol nació de noche,
porque de tanto echar humo no
duerme
esperando el milagro
de un dios
esquivo en el sueño.
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