I
Llega
siempre cual más inoportuna
la
suave transparencia de tu boca
e
indecisa se queda en la laguna
de
placer y candor que me provoca.
Llegan
también tu manos una a una
a estremecerme con su fiebre loca
y a
hacer que más envidie la fortuna
de
quien ama y alcanza a quien evoca.
Llegás
siempre, se acaba la cordura
del
trabajo, no puedo proseguir:
no
estás conmigo y gozo tu ternura.
Callan
miedo y dolor al presentir
que
sanará la torturada hondura:
mucho he sufrido, y vuelvo a sonreír.
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