Kenia Patricia López (El Salvador)
1
Miro
tus ojos
y
abro la dura coraza
que
envuelve al niño
que
juega en la oscuridad.
2
La
hora de mi muerte marcará la huella
que
el semen de mis palabras
dejó
en la montaña de tus sienes.
3
En
la acera todo se cae.
Y
el viento por fin
recogió
tus labios.
4
La
distancia es mi cruel enemiga
verduga
de dos filos
la
desnuda figura que te abriga
en
tu miedo
en
mi ausencia
en
tu silencio
y
el mío.
5
Me
cansé de sábanas blancas
han
absorbido el veneno acuoso de tus costillas.
Decidí,
mudar
tu piel de mi cuerpo.
6
Deseos
nadan en tu mirada letal.
¿Qué
más da?
No
existen lámparas mágicas
y
no soy genio para concederlos.
7
No
supliques
ahora
me niego a escuchar el grito
desde
tu vientre desgarra
las paredes de mi habitación
tragándose
mis espantos
y
la sombra del hombre que ayer fui
y
no seré más.
8
Todo
se tiñe al color de tu piel.
A
ti,
que
gustas perderte en tierras ajenas
invito
a explorar cada rincón de mi ser
invade
mi geografía ecléctica
incendia
mis países cervicales.
Viajero,
sé
el último en corromper
mis
hemisferios virginales.
9
La
lluvia nocturna marca mis huellas
sumerge
su cabellera en la llaga crédula de mi ausencia
abraza
su tristeza
en
un vocablo congela su agonía.
Lluvia
nocturna en las sienes del abismo
ata
una piedra a su cintura
y
confiesa a su reflejo lo feliz del olvido.
Besa
suavemente la luz de la vela
y
se funde en el tic tac del reloj.
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