Víctor Paz (Panamá)
Ultrajando la mente de un político
sucio
Hace poco escribiendo un libro nuevo que trata de la conducta
humana en las oficinas, me vino a la cabeza preguntarme qué distanciaba a un
administrativo cualquiera, de un político sucio. Por casi veinte años he
visto a gente devorarse entre ellos mismos (sentido figurado) por algunos
cientos de dólares de diferencia entre salarios. Y al mismo tiempo
racionalizar casi a gusto, que un legislador, ministro o magistrado gane
tantos miles por encima de ellos (fuera de todos los bienes colaterales que mal
o bien obtengan) La respuesta no demoró mucho en llegarme al cerebro.
Esas personas que tanto pelean por apenas unos cientos, jamás aplicarían
a la política. No está en su naturaleza comportarse así, ni siquiera
sacar pecho en un evento público. Muchos de ellos prefieren destriparse
en las cálidas entrañas de cualquier oficina, los unos a los otros. La
clase media panameña está llena de gente de oficina, desunida, maledicente y peleona
ganando salarios paupérrimos. Por eso algunos políticos suben y nos roban
a todos. No sé por qué tengo la impresión de que tanta “alienación” es
sólo cobardía popular, ante los problemas sociales que nos aplastan y que
juntos pudiéramos hacer trizas. Pero es más fácil discutir con el
oficinista de al lado, que ir a una marcha. Para eso están los
institutores, el arte, la universidad y el SUNTRAC. Para eso, y para que
les demos plomo cerrado e hipócritamente, cuando lo hacen.
Pero este artículo no trata de eso. Es más, ya casi se me
olvida de qué era el tema. Panamá parece la ciudad gótica antes de la
aparición de Batman. Y como todos estamos esperando a un “salvador”… sólo
espero que ese Batman no use botas militares de nuevo. Hoy quise escribir
un artículo algo diferente, y de una forma aún más diferente. Así que,
vuelvo al inicio y comienzo de nuevo. Entrar a la mente de un político
sucio, es casi como un exorcismo a la inversa. Todo un reto a mi imaginación de
escritor “casi profesional”. Pero bueno, allí va mi experimento.
Hay cinco puntos básicos que diferencian a un político corrupto, del
resto humano. Y que también lo igualarían por naturaleza afín con
un comerciante inescrupuloso y un falso pastor de la fe. Las conclusiones
sáquenlas ustedes mismos, que el tranque me dejó con dolor de cabeza y no
quiero hacer ese ejercicio mental ahora. Total, sólo son cinco atributos.
La visión de corrupción, es algo con lo que
se nace, o se adquiere en el proceso del crecimiento (crianza, escuela, amigos,
etc.) El corrupto ve oportunidad de robar, adulterar o corromper en donde
usted no la ve. Es como si tuvieran rayos X para descubrir cosas mal
puestas, o fáciles de torcer. Ojo, cualquier parecido con la realidad es
mera coincidencia. Imagínese a un niño abriendo un regalo sin romper el
forro ni la caja. ¿Por qué lo haría de esa forma, si todos los niños corren a
romper el forro y abrir la caja? Porque el regalo no le pertenece.
Así es la visión de corrupción.
Miseria solidaria. Los gringos
tienen un refrán que dice: “La miseria busca compañía”. Y es curioso,
pero cierto, toda persona que anda en malos pasos atrae gentes a montones.
No estoy seguro de por qué pasa esto, me parece que es algún reflejo de
su conciencia perdida. Como que aclimatan el ambiente, para no sentirse
tan mal consigo mismo, sabiendo que hacen alguna cochinada por allí. Pero
su peor defecto no está en engañar a los demás, sino en pensar que todos somos
así. De allí nacen frases como “todo el mundo tiene su precio”. Por
eso, cuando se encuentran con alguien a quien le vale tres rábanos delinquir,
sufren un colapso psico emocional, y los odian hasta el tuétano de los huesos.
Porque ese tipo de personas les recuerda que existe una forma digna de
existir, lejos de la basura, y peor aún, sin tener que comer de ella.
El amor por el dinero es algo
definitivo en todos ellos. ¿Por qué? Porque necesitan algo que
“justifique” su actitud, que bien saben, es deplorable. Algo visible e
inmediato, como los bienes materiales y servicios que compran con el dinero.
Así que, mientras más roban, mejor se justifican. Al contrario del
ideal tan comercializado, por no decir prostituido, de que el hombre necesita
tener más para sentirse mejor, quitando la persuasión mercantilista de vendernos
lujos como necesidades, el común de los humanos se encontraría tranquilo
apenas supliendo cómodamente sus necesidades y las de su familia. La
prueba es que muchos de nosotros vivimos con medio y bajo poder adquisitivo,
sin que de eso dependa nuestra felicidad. Sin embargo, la felicidad de
ellos sí está en el dinero. Más comunes son los suicidios de la gente que
pierde dinero, a los que lo hacen por no tenerlo. Así que, ellos
necesitan amar el dinero obsesivamente (concubinato con la papa)
El fin justifica los medios. Frase
antiquísima, muy utilizada por los comunistas y todo el mundo.
Entendiendo la necesidad patológica del corrupto por el dinero, no es
difícil entender por qué hacen lo que sea por tenerlo. Maletines,
exhibiciones de trapos sucios, asesinatos, extorciones y todas estas
“nimiedades” que hemos estado viendo cada vez más, y cada vez más
recientemente. Para el corrupto, delinquir es un acto de naturaleza y de
supervivencia, de allí su ferocidad a la hora de hacerlo. Usted lo haría
por la salud de un pariente enfermo, o la propia. Ellos no, ellos lo
harán por dinero. Por eso es que viven demostrando sus excesos sin la
más mínima prudencia, porque quieren decirnos a todos: “Valió la pena; y tú, tú
no te atreviste, tú te lo perdiste…sé como yo, sé más vivo”.
La poca vergüenza. Bueno, este
punto lo metí porque sí, pero en realidad se desprende como causa y efecto
natural de todos sus delitos. No puedo decir qué fue primero, si el
huevo, la gallina, o ¿El político?... Lo más seguro es que en algún
momento de su vida, quizás en su más tierna infancia, tuvieron algo de
vergüenza (valores, principios etc.) pero a la luz de los acontecimientos la
fueron perdiendo. Luego, la falta de vergüenza los fue justificando
dentro del medio corrupto. De ser un estorbo al inicio, la falta de
vergüenza se convierte en un motor de vida, su “deber ser”. De allí que
cada día veamos más chabacanería y poco importa en ellos. Como el himen
para una prostituta, estos sujetos pasan por un proceso de desfloración moral
(para luego lucrar masivamente) inclusive antes de incursionar en la política
corrupta.
En fin, ya me quedé sin gasolina para seguir escribiendo.
Todo lo demás lo ha reemplazado el sueño. Los políticos corruptos
son como el alacrán que transporta a la rana de una orilla a otra del charco, y
en medio del camino la pica. Primero se ganan su confianza y luego la pican…
¿Por qué? Digo, siendo la rana el pueblo, diríamos que traicionar está en
la “naturaleza” del político, y confiar…en la comodidad del pueblo.
Comparto favorablemente la conclución de este artículo... lamentable pero cierto. Y no solo en este país, son casi la mayoría.
ResponderEliminarEstoy por concluir que la corrupción es innata en el ser humano. Es como el herpes que dicen que todos lo llevamos dentro pero en algunos se manifiesta y en otros no. Algo lo dispara y aflora.
ResponderEliminarHace un año estuve en España. Me dio fatiga al encontrarme vis a vis con tres grandes manifestaciones. Nos llevan siglos y siguen luchando por lo mismo que nosotros.