viernes, 18 de octubre de 2013

Artículo de Víctor Paz (Panamá)

 Víctor Paz (Panamá)

Ultrajando la mente de un político sucio
Hace poco escribiendo un libro nuevo que trata de la conducta humana en las oficinas, me vino a la cabeza preguntarme qué distanciaba a un administrativo cualquiera, de un político sucio.  Por casi veinte años he visto a gente devorarse entre ellos mismos (sentido figurado) por algunos cientos de dólares de diferencia entre salarios.  Y al mismo tiempo racionalizar casi a gusto,  que un legislador, ministro o magistrado gane tantos miles por encima de ellos (fuera de todos los bienes colaterales que mal o bien obtengan)  La respuesta no demoró mucho en llegarme al cerebro.  Esas personas que tanto pelean por apenas unos cientos, jamás aplicarían a la política.  No está en su naturaleza comportarse así, ni siquiera sacar pecho en un evento público.  Muchos de ellos prefieren destriparse en las cálidas entrañas de cualquier oficina, los unos a los otros.  La clase media panameña está llena de gente de oficina, desunida, maledicente y peleona ganando salarios paupérrimos.  Por eso algunos políticos suben y nos roban a todos.  No sé por qué tengo la impresión de que tanta “alienación” es sólo cobardía popular, ante los problemas sociales que nos aplastan y que juntos pudiéramos hacer trizas.  Pero es más fácil discutir con el oficinista de al lado, que ir a una marcha.  Para eso están los institutores, el arte, la universidad y el SUNTRAC.  Para eso, y para que les demos plomo cerrado e hipócritamente,  cuando lo hacen.

Pero este artículo no trata de eso.  Es más, ya casi se me olvida de qué era el tema.  Panamá parece la ciudad gótica antes de la aparición de Batman.  Y como todos estamos esperando a un “salvador”… sólo espero que ese Batman no use botas militares de nuevo.  Hoy quise escribir un artículo algo diferente, y de una forma aún más diferente.  Así que, vuelvo al inicio y comienzo de nuevo.  Entrar a la mente de un político sucio, es casi como un exorcismo a la inversa. Todo un reto a mi imaginación de escritor “casi profesional”.  Pero bueno, allí va mi experimento.  Hay cinco puntos básicos que diferencian a un político corrupto, del resto humano.  Y que también lo igualarían  por naturaleza afín con un comerciante inescrupuloso y un falso pastor de la fe.  Las conclusiones sáquenlas ustedes mismos, que el tranque me dejó con dolor de cabeza y no quiero hacer ese ejercicio mental ahora.  Total, sólo son cinco atributos.

La visión de corrupción, es algo con lo que se nace, o se adquiere en el proceso del crecimiento (crianza, escuela, amigos, etc.)  El corrupto ve oportunidad de robar, adulterar o corromper en donde usted no la ve.  Es como si tuvieran rayos X para descubrir cosas mal puestas, o fáciles de torcer.  Ojo, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.  Imagínese a un niño abriendo un regalo sin romper el forro ni la caja. ¿Por qué lo haría de esa forma, si todos los niños corren a romper el forro y abrir la caja?  Porque el regalo no le pertenece.  Así es la visión de corrupción.

Miseria solidaria.  Los gringos tienen un refrán que dice: “La miseria busca compañía”.  Y es curioso, pero cierto, toda persona que anda en malos pasos atrae gentes a montones.  No estoy seguro de por qué pasa esto, me parece que es algún reflejo de su conciencia perdida.  Como que aclimatan el ambiente, para no sentirse tan mal consigo mismo, sabiendo que hacen alguna cochinada por allí.  Pero su peor defecto no está en engañar a los demás, sino en pensar que todos somos así.  De allí nacen frases como “todo el mundo tiene su precio”.  Por eso, cuando se encuentran con alguien a quien le vale tres rábanos delinquir, sufren un colapso psico emocional, y los odian hasta el tuétano de los huesos.  Porque ese tipo de personas les recuerda que existe una forma digna de existir, lejos de la basura, y peor aún,  sin tener que comer de ella.

El amor por el dinero es algo definitivo en todos ellos.  ¿Por qué? Porque necesitan algo que “justifique” su actitud, que bien saben, es deplorable.  Algo visible e inmediato, como los bienes materiales y servicios que compran con el dinero.  Así que, mientras más roban, mejor se justifican.  Al contrario del ideal tan comercializado, por no decir prostituido, de que el hombre necesita tener más para sentirse mejor, quitando la persuasión mercantilista de vendernos lujos como necesidades,  el común de los humanos se encontraría tranquilo apenas supliendo cómodamente sus necesidades y las de su familia.  La prueba es que muchos de nosotros vivimos con medio y bajo poder adquisitivo, sin que de eso dependa nuestra felicidad.  Sin embargo, la felicidad de ellos sí está en el dinero.  Más comunes son los suicidios de la gente que pierde dinero, a los que lo hacen por no tenerlo.  Así que, ellos necesitan amar el dinero obsesivamente (concubinato con la papa)

El fin justifica los medios.  Frase antiquísima, muy utilizada por los comunistas y todo el mundo.  Entendiendo la necesidad patológica del corrupto por el dinero, no es difícil entender por qué hacen lo que sea por tenerlo.  Maletines, exhibiciones de trapos sucios, asesinatos, extorciones y todas estas “nimiedades” que hemos estado viendo cada vez más, y cada vez más recientemente.  Para el corrupto, delinquir es un acto de naturaleza y de supervivencia, de allí su ferocidad a la hora de hacerlo.  Usted lo haría por la salud de un pariente enfermo, o la propia.  Ellos no, ellos lo harán por dinero.   Por eso es que viven demostrando sus excesos sin la más mínima prudencia, porque quieren decirnos a todos: “Valió la pena; y tú, tú no te atreviste, tú te lo perdiste…sé como yo, sé más vivo”.

La poca vergüenza.  Bueno, este punto lo metí porque sí, pero en realidad se desprende como causa y efecto natural de todos sus delitos.  No puedo decir qué fue primero, si el huevo, la gallina, o  ¿El político?... Lo más seguro es que en algún momento de su vida, quizás en su más tierna infancia, tuvieron algo de vergüenza (valores, principios etc.) pero a la luz de los acontecimientos la fueron perdiendo.  Luego, la falta de vergüenza los fue justificando dentro del medio corrupto.  De ser un estorbo al inicio, la falta de vergüenza se convierte en un motor de vida, su “deber ser”.   De allí que cada día veamos más chabacanería y poco importa en ellos.  Como el himen para una prostituta, estos sujetos pasan por un proceso de desfloración moral (para luego lucrar masivamente) inclusive antes de incursionar en la política corrupta.


En fin, ya me quedé sin gasolina para seguir escribiendo.  Todo lo demás lo ha reemplazado el sueño.  Los políticos corruptos son como el alacrán que transporta a la rana de una orilla a otra del charco, y en medio del camino la pica. Primero se ganan su confianza y luego la pican… ¿Por qué? Digo, siendo la rana el pueblo, diríamos que traicionar está en  la “naturaleza” del político, y confiar…en la comodidad del pueblo.

2 comentarios:

  1. Comparto favorablemente la conclución de este artículo... lamentable pero cierto. Y no solo en este país, son casi la mayoría.

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  2. Estoy por concluir que la corrupción es innata en el ser humano. Es como el herpes que dicen que todos lo llevamos dentro pero en algunos se manifiesta y en otros no. Algo lo dispara y aflora.
    Hace un año estuve en España. Me dio fatiga al encontrarme vis a vis con tres grandes manifestaciones. Nos llevan siglos y siguen luchando por lo mismo que nosotros.

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