TENDERLY
Acabo de entregarme
a mi dosis diaria de angustia.
Todo vicio es un conformismo.
Los seres y el movimiento,
en su negación capital,
encierran enigmas que no ocultan nada.
No son estas palabras
sino la metafísica de su instante.
La nada en el ojo del gato
que oficia de reloj a esas horas
donde el mal no tiene flores.
Es preciso ocultarse de la muerte
para que el tiempo erija sus templos fálicos.
¿Quién salvará a los amantes
que no saben aun si su entrega
se expresa en Guaguancó o Jazz?
Todo vivir es conformismo.
El placer es una mujer cantando.
Las canciones más bellas
fueron compuestas por seres sordos.
Es la muerte la falta de evidencia:
la vitalidad lastimada por cuerpos que se
estancan
en memorias rotas por escorpiones.
Aves militares que se niegan al canto,
sólo los hombres hacen del estruendo
una nota musical de anticipaciones,
sólo los silencios cobran vida
en la barbaridad absoluta del relámpago.
De Vallejo a Lezama,
ejecuciones verticales de una ruptura que
suspira.
¿Porqué hay un canto de agonía
en el momento en el que recupero mis tímpanos?