1.
En el deslumbrante mar
que nos hizo;
en la evaporación que se levanta
en la túnica plateada de las olas,
en las aguas tibias
donde los cardúmenes nadan
en una estelar sincronía
dentro de nuestro corazón,
en la angostura
donde se pulen las piedras
en el vaivén de los siglos
y emergen las aguamarinas,
tallamos el memorial de este océano salobre
y de los que supieron empinarse
hasta alcanzar la resonancia del amor
y el crepitar del coraje.
2.
En la delgadez
donde se juntaron las aguas,
en lo más estrecho,
en el atajo de los mares,
está el primigenio poblado de pescadores,
el árbol de tronco esbelto y cenizo
con raíces de miel y sal,
el pez acrisolado,
la mariposa frágil y ultravioleta,
los aposentos de las mantarrayas,
la ensenada mágica
con sus recodos de sílice y concha nácar,
y la portentosa claridad del mediodía
encandilando nuestras almas
inundadas por el abrazador océano.
3.
Habité la ola
y la almeja,
la palma y el aluvión,
el risco y la barrera coralina.
Viví en esta tierra inseparable del mar;
en la delicada costura
de hilos de plata y fragmentos de luz,
en la hora asombrosa de la alta marea,
en la tórrida humedad,
en el silbido lila del viento
y en el anchuroso ramaje de los guayacanes.
Entre el viento y el sopor
está mi patria;
entre el cielo y el agua
está mi hogar;
entre la tierra y el océano
mi enorme,
inmensurable y amado país.
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