ALICIA MIRANDA HEVIA (COSTA RICA)
Cuando impulsado
por una fuerza poderosísima empujaste con la cabeza dentro del canal de
nacimiento de Clara, sangró. Desnudo, con la piel colorada cubierta de grasa,
trémulo por el frío, abrumado por el olor a sangre que habías aspirado por
primera vez a la salida de la vagina de tu madre, mientras desentrañabas aquellos
nuevos sonidos que te llegaban a los oídos, lloraste a gritos. Por tu evidente
vigor llenaste de satisfacción al obstetra, el primer ser humano que te tocó
con las manos cubiertas por guantes protectores. Inmediatamente que Clara supo
que estabas afuera, aunque abrumada por la fuerza de la naturaleza que la había
vuelto un canal para que diera a luz, preguntó dos cosas:
-¿Está bien? ¿Qué
es?
-Sí, está
perfecto-le dijo el médico sonriente-, es un varoncito muy sano.
Luego Clara
repuso, con voz débil:
-Se va a llamar
Alan, como su abuelo.
(Tomado de la
novela EL CINTURÓN DE ORIÓN)
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