Una tarde gélida,
frío recorriendo la calle;
cernida el hambre sobre el negro almidón de las caras sucias,
goteando como lluvia pegajosa:
hambre que se alimenta de sol,
sombras que se alimentan de los sueños…
grises días de paradoja luminosa.
Los lagrimones recorren los rostros opulentos,
que fingen desangrar el ánimo hasta evaporarse,
pero la voluntad se quedó coagulada…
Lo único que va y viene, escapando entre las bocas sin dientes,
son maldiciones, llantos y oraciones…
Cuando no hay nada porque pelear, más que por la lucha misma;
¿Qué importa la culta belleza?
si bajo sus blancas farolas,
se mueren pequeños mártires de la miseria…
Invisibles
METALINGÜÍSTICA
Los versos tienen aroma
por cada beso que recuerdan,
cada lágrima que evocan.
Tienen sabor a bocas locas que se enredan
a piel en llamas,
humo etílico
y licor de nicotina;
café mañanero,
brisa de octubre.
A tinta,
microfilm,
estopa, sal del mar.
Los versos saben a verbo,
sujeto y predicado;
pero hoy me conformo
con que los futuros versos que he de escribir
sepan a vos.
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