viernes, 14 de agosto de 2009

POR EL LABERINTO

JAIRO LLAURADÓ-Panamá
EN LA CUEVA
Caigo
desde una llama.
Golpeo
el centro de una cueva
de azul intenso
y paredes vacías.
Olas enormes
y nubes
cruzan
en visiones mi mente.
Soy tan pequeño
que en un sónido
puedo esconderme
con toda la cueva
y el azul vacío.
Para qué escapar
si más adelante
hay otras llamas,
lenguas frenéticas
de exhalaciones últimas.
RECORRIDO DEL LABERINTO RECORRIDO
He lanzado mi cuerpo al laberinto de los
pensamientos, en donde las hienas deambulan
y dioses desnudos fornican en cámaras secretas.
Mis manos son mis ojos, palpan las ideas
guindadas de las paredes e intento abrir
los vientres de las almejas, buscando
entendimiento.
No diferencio el día de la noche, los polos
opuestos son lo mismo y lo mismo no es igual
en cada nueva esquina que abre un pasillo.
Arriba vuela un rombo, chilla como águila,
pero es un cerdo al que matan, y entiendo
la diferencia entre cerdos y águilas, no por
mejores, sino por distintos.
Este laberinto es enorme, pero me parece
familiar.
Creo recordar algo, una voz quizá, un lamento
o un jadeo.
¿Es aquella hoja la pista?
Huelo acantilados, he llegado al primer
descanso. Bebo de la fuente amarga,
y en esta banca duerme mi sombra.
ANTAGONÍA
Hoy me he vestido para bañarme
y salí desnudo a la calle.
Leí Cero y van tres,
-Soy la niña-.
Fornico con el deseo de ayer
voy a la escuela para olvidar
e intento mentir hablando la verdad.
Me abrazo a un perro de la calle
digo que soy extraordinariamente humano
para que lo duden
y vean a un animal.
Subo por el asta hasta el cielo y flameo
pero decido quedarme a la mitad
para que todos recuerden el duelo.