jueves, 9 de enero de 2014

Lo que no pasó el 9 de enero de 1964:


9 DE ENERO: LA GUERRA ESTÁ DECLARADA
“Todo es por la patria.”
Estanislado Orobio
Debo confesar que no me es fácil hablar sobre la Gesta Heroica del 64. Y no lo es porque se trata de una herida familiar nunca sanada, un dolor una y otra vez avivado por las cosas terribles que vi sucedieron una y otra vez en cada conmemoración, por ejemplo, iniciar un 9 de enero las maniobras militares conjuntas entre las Fuerzas de Defensa de Panamá y el ejército que asesinó a nuestros mártires, el ejército que asesinó a mi tío Pipo. Para que esas suciedades dejen de salpicarnos hemos de entender lo que sucedió el 9 de enero de 1964 y, sobre todo, lo que no sucedió en dicha fecha. No sólo dispararon balas, también falsedades.
Es necesario señalar con firmeza que los acontecimientos del 64 no tienen más gestora que la espontaneidad patriótica del pueblo panameño. 61 años de abusos y la agresión sufrida por los aguiluchos fueron suficientes para transformar en fuego la tradicional pasividad panameña. ¿Quiénes fueron los primeros en afirmar que lo acontecido en enero del 64 fue una maniobra de los comunistas inspirados por Fidel Castro? No habían cesado los disparos ni acabado de recoger a los muertos y heridos, cuando ya Lindon B. Johnson advertía que los comunistas eran los responsables de la violencia. Para los estadounidenses es más fácil aceptar que fueron los comunistas los azuzadores que admitir que un país inventado por  ellos (esa siempre ha sido su versión) pudiese preferir enfrentar con su pecho desarmado al plomo y las bayonetas que dejar pasar una afrenta más. Para los estadounidenses es más fácil consentir que fueron los comunistas los instigadores que reconocer que fueron los zoneítas los agresores, los que desobedecieron las instrucciones del gobierno federal y del gobernador local; fue esa especie étnica, hoy extinta, la que en su arrogancia y soberbia se negó a cumplir con la evolución histórica. Mucho cuidado con, aún hoy, estar haciéndoles favores a los asesinos. Porque de eso estamos hablando, de asesinos; si los gestores de los eventos del 9 de enero del 64 hubiesen sido los comunistas, toda su dirigencia hubiese sido asesinada. ¿Acaso olvidamos los homicidios de Polidoro Pinzón antes del 64 y de Juan Navas y Floyd Britón después?
Por cierto, conocí a Osvaldo Polastre, zapatero de profesión y comunista por convicción; él siempre dijo que fue el hervor de la sangre quien lo llevó a batirse a tiros en la zona de conflicto (lo hoy Avenida de Los Mártires). Les disparó a ellos, a los asesinos, hasta cuando ya no tuvo más balas. Nunca confirmó seguir alguna consigna o línea partidista.
En este país de inequidades no falta quien quiera manchar la Gesta Heroica trayendo a colación el saqueo de la Panam. A esos les pregunto: ¿Y cuántas vidrieras de La Central o de Calidonia fueron rotas? ¿Cuántos almacenes asaltados? Los trágicos eventos ocurrieron entre panameños y estadounidenses, no entre panameños. Afirmar que el saqueo a la Panam fue  simple delincuencia común, es dar por verdadero que el ejército estadounidense utilizó balas para matar patos y que es falso que sus francotiradores ensayaron con el pueblo panameño lo que más tarde le harían al pueblo vietnamita. Mucho cuidado con hacer favores a los asesinos.

Como dije en un inicio, no me es fácil escribir sobre este tema. Más cuando la guerra ideológica se agudiza y profundiza. Hoy estamos ante la grave encrucijada de: o retomar la bandera de enero del 64 e izarla, ya no en el cerro Ancón, sino en nuestro corazón, o nos resignamos a dejar de ser panameños y ha perdernos en el limbo de la colonización mental que nos convierte en consumidores incapaces de hacer algo diferente a esperar cada año las rebajas del black Friday, para gastar lo que no tenemos en mercancía que no necesitamos. La guerra está declarada: o defendemos nuestro ser panameño o nos dejamos arrastrar hasta los escaparates. 

sábado, 4 de enero de 2014

Un poema de Jaime Gurdian (Nicaragua-Costa Rica):

Tristeza de cactus 

BIOGRAFÍA

¿Yo?
Yo solo tristezas tengo,
Tristezas de aeropuertos
Pasillos sin fin de aeropuertos siniestros,
Vuelos nocturnos,
Adioses mojados en paredes de vidrio.
Amores  y amigos entrañables
Que no volví a ver nunca más en la vida,
¿Yo?
Yo solo de despedidas vivo.
El amor me despide en las esquinas.
O en horarios horribles vespertinos,
A veces en un taxi,
O en bus que se evapora con mis ojos vacíos,
O viendo un pañuelo desde una ventana en un tren que se va al olvido.
(Buenos Aires 1978).

Yo solo tristezas tengo poetas,
Ya el amor mío, digo, el último adiós mío
Ya no las lee. Existen asuntos mas importantes en la vida…creo.
Escribo solitario esta tarde de abril en el exilio largo,
Bajo la lluvia inclemente de San José que se apiada de mí,
Y me acompaña.

¿Yo?
Sigo, con fobias de aeropuertos,
Lloro todavía al subir a un avión,
Veo a mis padres desde la ventanilla del viejo avión de Copa
En la terraza del Aeropuerto de Managua
Agitando sus brazos
Despidiéndose de mí
Para siempre,
(13 dic 1971)
En mi viaje al sur estudiantil.

Me salvan de morirme
Los encuentros fortuitos en León
Y en Ithaca.
Los abrazos de mis hermanos poetas
Y las cervezas.
Jaime Buitrago Gil leyéndome en la madrugada leonesa
Su último poema de abandonos.
También me salva la sonrisa de esta muchacha
Lejana,
Llevada una tarde hacia el  sol español
En un avión de Iberia
(3 set 2009)
Me salva su esperanza
Y la máquina del tiempo de Wells,
Donde me subiría sin temores
Sin angustias, sin tener que tomarme unos tragos

Para calmar la angustia que me avecina al llanto.

miércoles, 1 de enero de 2014

Un poema de Charles Bukowski (Alemania-Estados Unidos):



También en primavera mueren los cisnes
Y allí flotaba
Muerto un domingo
Girando de lado
En la corriente
Y fui hasta la rotonda
Y distinguí
Dioses en carros,
Perros, mujeres
Que gritaban
Y la muerte
Se me precipitó garganta abajo,
Como un ratón,
Y oí llegar gente
Con sus cestas de merienda
Y sus risas,
Y me sentí culpable
Por el cisne,
Como si la muerte
Fuese algo vergonzoso
Y me alejé
Como un idiota,
Y les dejé
Mi hermoso cisne.