domingo, 30 de septiembre de 2012

Poema de Diana Morán (Panamá)




Diana Morán (Panamá)

SOBERANA PRESENCIA DE LA PATRIA

Es enero en las calles donde ruedan los gritos,
nueve o diez en la cara, en la súplica radial
de un arroyuelo rojo para soldar los nervios,
es la fecha de un pueblo que encontró su camino.

Escuchen lo que digo

con una brasa de odio
en el pájaro dulce que habitaba mi seno,
aunque la barba de Walt Whitman hable
de familias de hierbas y moral manzanera.

La patria se fue, como siempre se ha ido,

con su camisa blanca
y la corbata azul de adolescencia,
con el civismo juvenil de su paso
y el fértil batallón de sus arterias,
a enarbolar el vuelo allí donde cortaron
las alas tricolor de sus emblemas.
Escuchen lo que digo
con la capilla ardiente del rencor más viejo:

Mi patria, cántaro de amor en todo idioma,

que ofrece su agua buena al peregrino
ha arrastrado sesenta calendarios
sin derecho a la fruta, al árbol de su huerto,
saqueada en la bondad de su cintura.
Escuchen lo que digo:

En cada sitio de mi cuerpo hay un dolor de siemprevivas

para contar al mundo la parábola del buen vecino
que aplastó la luz recién nacida.

Muchachita de paz,

exigiste la fruta, el huerto, el asta de tu nombre
y el muro... el muro blanco... el muro rubio
-su carta... Punta del Este-
deshilvanó tu esencia, derramó su cauce,
a la húmeda intemperie de gases lacrimógenos
gemías Panamá, como un maizal en llamas.

¿Quién me pide cortinas

para azular la piel quemada de estas sienes
que jamás pensaron en tirar un jazmín a las alondras?
¿Quién reclama la sílaba final de un corderito
para ensayar un apretón de manos
aquí, donde quedó sin gasa el hospital
para cubrir la fuga de amapolas?

Quién, quién se atreve a rezar:

Tío Sam, Santa Claus, Cuerpo de Paz
-Arca de las Alianzas, Consuelo del Afligido-
el corazón agujereado
cicatriza con verdes papelillos.

¿Quién me pide que sufra, qué suframos de amnesia,

que le demos a Fleming tres medallas
y con Bogart bailemos tamborito
por la amistad del tiburón
y el anzuelo en las sardinas?

¡No! El sol no despierta para ustedes,

usureros del aire.

Ese disfraz de oveja hermano lobo,

ya no engaña el candor de las violetas.

Ahora, ¿cómo bautizarás esta maniobra?


¿Juegos de patos?


¿Operación amiga en Canal Zone?


¿Pildoritas Johnson para el subdesarrollo?


Estos brazos que buscan una forma de niña,

un latido de novio, una frente en los libros,
no es película para soldados morfinómanos.

La viudez de estos cuartos no se vende en coca cola.

El salitre escapado de la herida en desvelo
no es negocio de chicles o zapatos.

Este nueve de enero no es cera de museos,

no es moneda de cambio
ni tiene la firma de Bunau Varilla.

Yo tengo que gritar,

-Oh, prendida garganta de mis muertos-
yo tengo que gritar
con su polen de incendio
en los cuatro puntos de la rosa del aire
donde soltó la LJP1 sus vampiros:

¿Qué palabra,

qué palabra por más sucia que sea
no resulta flor para escupir el rostro
de búfalo en conserva?

¡Qué adjetivo no es ángel para pintarle buitre,

si por cada paloma que la mano te ofrece
asesinas la mano, la sal y la paloma!

No hay lago, frontera, axila que no lleve

el tatuaje de tus colmillos roedores de luceros.

¡Malditos de ayer! ¡Asesinos de hoy!

¡Herodes de siempre!
Los huesitos de Chapultepec...
Los huesitos de Atitlán...
Los huesitos de Hiroshima...
La carne, los huesitos de mi patria
molidos con repiques de metralla.


Mi cielo violado, como una niña ciega,

en la torturada inocencia de su pubis,
las venas sacadas de su casa joven,
los hijos deshojados, lirios secos,
la última estrofa del Canto a la Bandera
en el frío ruiseñor de la mirada
y el llanto, el llanto maternal
—Oh vaso ardiente—
sangriento memorial de labio en labio.

Yo tengo que gritar:

Mis muertos son vivas sembraduras,
ataúdes que nutren la esperanza
con el ritmo ascendente de la lucha.

En las cuencas de Rosa revientan las espigas,

en la espalda de Ascanio se arman las legiones;
los fémures de Alberto, Teófilo y Rogelio,
son astas invencibles otra vez en el muro.

Los ojos de Ricardo, los labios de Rodolfo,

las células de Víctor, los dedos de Carlos,
las piernas mordidas, sus núcleos morados,
sustancias nacionales, patrimonio se han vuelto.

La sangre de los hombres es historia viviente

savia que de la muerte se incorpora
soberana presencia de la patria.

El gorrión machacado en la lengua de un héroe

fertiliza el reposo de su hielo
y hace nido en la marcha su clarín de conciencia.

Escuchen lo que digo, hoy nueve de enero,

a ustedes tragalunas del mundo,
a ustedes que asesinan los dedos sembradores de olivo:

Del hijo acribillado retoñar muchos hijos,

del obrero en el polvo mil obreros regresan,
del semen inmolado toda cuna germina.
¡Las tumbas pregonan! ¡Se desclavan las cruces!
¡De la cal del pueblo, el pueblo resucita!
Y tú, pequeña patria, gigante de esta fecha,
esculpida en la roca de tus muertos
para nacer definitivamente,
abrirás tus alas agredidas
en el dolido cofre de tus peces.

Hasta el último niño en presagio de mieles

ofrendará su palpito de auroras
por la libre heredad de tus estrellas

¡Hoy!


¡Mañana!


¡Siempre
                                         

domingo, 23 de septiembre de 2012

Poema de Guillermo Naranjo (Costa Rica):

María, David, Guillermo y las respetivas birras


YO HIPPY

Visto de manta,
mi barba engendra
mariposas.

Freno con flores
la boca de los cañones,
sesentista en los dos mil,
heredero de Gandhi.

Igual con sábanas
que sin ellas.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Dos poemas de Alí Desirée Cuevas (México-Panamá):



Alí Desirée Cuevas 
http://poesiaenespiral.blogspot.com/2008/06/un-sueo.html

Movimiento

Movimiento,
todos somos una sucesión de lunas
en espiral musical,
armonía del cosmos
la lluvia aprisiona el tiempo humano,
la espera no existe, siempre ocurre algo
todo es clinamen y caída
en el continuum
como las lágrimas de la luna
escurriendo mi ventana
sudando implosiones cósmicas


Un sueño

Y tú me preguntas quién soy,
soy el soliloquio de mi deseo,
a que duerme sobre una flor y...
ya no quiere despertar
y tal vez hoy vuele mi imaginación
y con un ala rota llegue a tu almohada
susurre en tus sueños
no preguntes
deja que los sueños vuelen y hagan realidades
hoy no duermo y aún así me poseen,
los Sueños, hermanos de los Deseos,
hijos de la dulce Muerte,
todos, alados se posan en los párpados
y dan pinceladas con sus alas
si despertar los mata
no despiertes
si soy un sueño
no despiertes
en mi jardín en mi quietud
la mirada imantada llama,
el silencio se mueve entre las alas
escúchalo
como si todas las flores hablaran
y el cielo abriera su único ojo (el sol)
no temas a aquel cíclope enorme
mira fijamente pero dice la verdad.

sábado, 8 de septiembre de 2012

PALABRAS DE HÉCTOR COLLADO (PANAMÁ) SOBRE LAS CONFESIONES



El Tigre y el Dragón

Robinson Orobio en una ciudad huérfana de un poeta vivo

11 | 07 | 2010 Por Héctor Collado (Publicado en la Revista Día D)

Los poetas malditos estuvieron signados por vivir de prisa y morir demasiado antes… los malditos poetas, que los hay, ni se mueren ni dejan que los maten, y viven de rancias porciones de inmediatez. Ni uno ni el otro, afortunadamente, es el caso de David Robinson. Aun con el vértigo de la caída y la adversidad de vivir pariendo esperanzas, es un sobreviviente en una ciudad que parece odiarlo, y por eso el poeta se defiende. ¿Para quién se publica un libro? ¿Por qué derramar la sensibilidad, más bien descontento, sobre las cuartillas? ¿Catarsis? ¿Venganza, acaso?

Apoyado en los andamios de un epígrafe extendido de un poeta innombrable, Robinson sostiene un discurso acre que enrostra una realidad, paradoxa de la paradoxa, que supera la realidad. Sus textos cuestionan la crónica roja y lacrimosa de que se alimentan algunos “medios”, y al mismo tiempo la invisibilidad de la infancia en esos mismos “miedos”.

En Confesiones de un poeta en una ciudad que odia, el poeta no odia la ciudad, más bien la cuestiona. Es la ciudad, (la sociedad egoísta, el sistema mezquino, el estado calculador, el gobierno mediocre) la que odia a sus niños, los alcanzados por el rencor de una ciudad que detesta a la infancia.

En los textos de Robinson hay que buscar, encontrar para luego huir de un Joaquín plural y multiplicado, un Joaquín estigma y protagonista que nos señala con los dedos embetunados desde el semáforo. Se trata de un libro doloroso que sacrifica la ternura del lenguaje para exponer con el lenguaje de la ternura y la rabia un día a día extremo de familias fracturadas y niños, niñas amenazados… Y los dos niños se convierten en tempestad.

El autor es tábano en el lomo de una ciudad que traiciona a sus transeúntes, estos que no saben ver cuando miran, que no se atreven a sentir porque se pierden, ni a pensar porque se olvidan.

El poeta ha abandonado su torre oxidada para entregarnos espejos y espejismos, reflejos y reflexiones de una realidad, verdad redundante que se queda suspendida y doliendo en la memoria. No te da permiso para mirar por el rabillo del ojo, por encima del hombro.

Y ¿la poesía? Está en la ciudad que odia, en las confesiones de un poeta que abraza sus deberes y se vale de trapos sucios para mostrarnos el rostro verdadero y expectante de cada lector.

domingo, 2 de septiembre de 2012

MADRE NUESTRA: letra de Luís Enrique Mejía Godoy (Nicaragua)



 Luís Enrique Mejía Godoy (Nicaragua)



Madre nuestra que estás en la tierra
santificados sean tu años
Venga nosotros tu ternura de todos los días

Gracias por habernos dado vida de tus entrañas
por tu mesa servida, por tu pan casero
por tu vigilia sin descanso
para lograr tejer nuestros sueños
por la luz del candil de tu corazón
siempre encendido
por tu paciencia y sabiduría
por tu alegría a prueba de tropiezos
por tus besos, por tus rezos,
por tus lágrimas derramadas como bálsamo,
sobre nuestras heridas.

Bendita seas entre todas las Marías
las negras, las negrísimas,
las renegridas sencillas mujeres de mi pueblo

Leona de tiempo completo
Mujer de carne y hueso