jueves, 5 de noviembre de 2009

El club de los cobardes



Sebastian Miranda Brenes-Costa Rica

"...y para qué arreglar autos y tener simpatías
y luego casarse y tener hijos que también sueñen que viven
y tengan que sufrir, ir a la guerra o luchar
o deseperanzarse por simples sueños..."
E. Sábato

Evadir es la costumbre que tenemos algunos para alivianar el peso del mundo.
Dejamos las trincheras, abandonamos la familia, damos la espalda al amor.
No por eso, estamos destinados al exilio, a la cámara de gases, al infierno o al purgatorio.
Sin embargo, sí merecemos que nos llamen cobardes. Palabra para los que sabemos que todo colapsa y no podemos hacer nada.
Los cobardes nos ocultamos en las calles, llevamos ojeras como medallas, ceniceros saturados, el sonido de botellas vacías, apilamos periódicos, libros de segunda por los que creemos saber del universo.
Los cobardes somos bautizados con vino.
Engañamos y nos dejamos engañar, matamos y abrimos los brazos a nuestros asesinos, nos posamos como perros a las puertas de habitaciones vacías.
Los cobardes creamos la indiferencia, la ironía, portamos genes misántropos, olvidamos los recuerdos en los trenes, amanecemos en tumbas abiertas.
Los cobardes lanzamos los ojos por precipicios y nos sumergimos en la soledad como lagartos.

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