sábado, 6 de octubre de 2012

Poema de Fernando Vargas Valencia (Colombia)






UN POEMA COMO NUNCA OTRO
El jugueteo de tus huesos
que luchan a muerte por desplomar la semilla
y su escozor,
allá en lo alto del pecho
que se revoca como un discurso tácito
que va devorándote entera,
en tu sublime religión
que consiste en despeñar las paredes
de las inútiles prisiones
donde el amor se agota y se entrega
a golpes e incendios entrecortados.
Porque somos hordas siniestras
que explotan en el intento
por nombrarse
es que punzo tus senos
con la tempestad de insectos
que nacen y se pudren en lo más recóndito
de mis ansias.
Desnudez infame que nos derrota
apenas con el roce de los poros erectos
y las crueldades más elementales.
Hay un grito, un sonido que se ahoga
en la promesa de ser una vocación.
Pero lo que nacemos y matamos
cuando somos la desnudez reflejada
en el deseo animal de nuestras manos,
es sordo,
no tiene nombre.
Es por ello que únicamente los dos,
somos los conjurados.

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